El último deseo (Ostatnie życzenie, 1993)
Autor: Andrezj Sapkowski
Colección: Geralt de Rivia nro.1
Edita: Alamut, Madrid.
La verdad sea dicha, mis preferencias en fantasía apuntan hacia aquellas obras que se alejan de lo clisado. Entre un cuento de Conan y uno de Fafhard y el Ratonero Gris, me decanto por los relatos de estos dos. Entre una novela del llorica de Elric de Melniboné (personaje que compite con el Silver Surfer por el premio de Personaje con Mas Angustia Existencial del Multiverso) y una de Mundodisco, pues voy a por la segunda. Entre las complejidades de Tierra Media y las del mundo de Juego de tronos, me quedo con la segunda. Entre el héroe y el pícaro, prefiero leer al pícaro.
Comentando un día sobre este tema con un amigo dibujante, éste me recomendó que leyera la serie de Geralt de Rivia. Aquí estoy empezando con él.
Geralt es un brujo albino en un universo de fantasía relativamente típico, poblado de monstruos, magos, hechiceros y demás criaturas fantásticas con un aire medieval. Su trabajo es justamente eliminar a esas amenazas monstruosas por un precio. Y los relatos que hay aquí sirven básicamente para darnos una idea de cómo es Geralt y cómo responde a los diferentes trabajos contratados.
Y las dos palabras claves aquí son “spaghetti Western”. Porque, si le cambiamos las espadas por los revólveres y su traje por un poncho y un sombrero de ala ancha, tendríamos a un personaje salido de una película de Sergio Leone. Vagabundo, con códigos personales no necesariamente iguales a los esperables en la sociedad, antiheroico a cagarse, visto con curiosidad, respeto y temor por los demás, Geralt es uno de esos Hombres-Misteriosos-Que-Resuelven-Las-Injusticias-Y-Se-Van tan típicos de las películas de vaqueros hechas en Italia. Lo cual lo hace medianamente interesante.
Los cuentos que recopila este libro (unidos por una leve narrativa donde tenemos a Geralt recuperándose de un trabajo en un convento amigo) son historias muy bien narradas con momentos de humor pero básicamente con un tono tan melancólico como sucio, sin héroes y villanos marcados, donde la moral social y la ética personal chocan más seguido que las espadas. Y donde Geralt parece un Philip Marlowe disfrazado de Conan, un cínico con corazón de oro en el fondo.
No, no me cambió la vida. Pero sí es un buen libro con un protagonista que se aleja de lo normal. Justo como me interesa a mí. Iremos a por más.
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